En esta primera entrada que dedicamos a la relación entre ambas disciplinas, haremos un breve recorrido desde sus orígenes, hasta la primera mitad del siglo XX. Podemos decir que la relación entre la arquitectura y la industrialización nace en EEUU a inicios del siglo XVIII con el concepto “balloon frame”. Fue un sistema revolucionario a partir de listones de madera que permitían crear fachadas e incluso edificios enteros en fábrica, para después trasladar los componentes hasta el lugar de destino. Las películas del género western son un buen reflejo de esta forma de construir que sirvió para colonizar un país por explorar.

Sin embargo, este binomio no se comenzó a desarrollar hasta comienzos del siglo XX, época en la que Henry Ford optimizó la producción en cadena ideada por Ransom Olds para lanzar el emblemático “Ford T”.  La fabricación en serie supuso un salto cualitativo enorme dentro de la revolución industrial al poder ofrecer productos estandarizados a un coste razonable para la clase trabajadora. La cadena de montaje, el recambio y la automatización de las tareas fueron los rasgos determinantes de la producción industrial que trataba de suministrar productos a una sociedad de muchos millones de habitantes.

Producción en CadenaTras la I Guerra Mundial, surgieron en Europa movimientos culturales incipientes y escuelas vanguardistas como la “Bauhaus” (1919) que comenzaban a integrar el arte y la funcionalidad mediante procesos industriales, buscaban establecer las bases normativas y los fundamentos académicos del nuevo diseño industrial. Liderado por Walter Gropius la “Staatliche Bauhaus” generó un caldo de cultivo fantástico para la formación y desarrollo de artistas modernos entre los que sobresale, sin duda,  la figura de Mies Van der Rohe, referente del minimalismo arquitectónico y autor de la frase eterna de “less is more” (menos es más).

Al mismo tiempo y con la inercia del movimiento Bauhaus, en junio de 1928 arquitectos como Le Corbusier o Sigfried Giedion fundan el CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna), un laboratorio de ideas del movimiento moderno. El CIAM se crea con el objetivo de trabajar en la difusión de las bases de un movimiento caracterizado por la simplificación de las formas, la ausencia de ornamento y la renuncia consciente a la composición académica clásica, sustituida por una estética con referencias a las tendencias del arte moderno (cubismo, expresionismo, neoplasticismo, futurismo, etc.).  Pero entre las aportaciones del CIAM, el uso de los nuevos materiales como el acero y el hormigón armado, así como la aplicación de las nuevas tecnologías de producción, fueron las que marcaron un antes y un después en la arquitectura.

CIAMHasta la primera mitad del siglo XX la arquitectura moderna siguió una corriente que Ramón Araujo en su artículo Cadenas de Montaje* denomina como “seriación integral”. El propio Le Corbusier, quién definía a la vivienda como “la máquina de habitar”, promulgaba el diseño de modelos de edificios completos para producirlos serialmente. Para llegar a esos edificios modelo, Le Corbusier partió de “Le Modulor”, un sistema de medidas que desarrolló en la búsqueda de una relación matemática entre las medidas del hombre y la naturaleza. Todo ello con la finalidad de que sirviese como módulo de la proyección arquitectónica. Por tanto, la propuesta, iba mucho más allá de una mera estandarización de componentes.

Le Modulor

La “Unité d’habitation” (Unidad Habitacional), icono arquitectónico del siglo XX,  es un claro ejemplo de la estandarización de edificios completos para su repetición. Se trata de un bloque de apartamentos muy potente (de 140 metros de largo, 24 de ancho y 56 de alto) con 58 apartamentos en dúplex por nivel a los que sólo se puede acceder desde un gran corredor interno cada tres plantas.

Asentado sobre pilotes en hormigón armado, el edificio fue concebido de manera de permitir una gran permeabilidad a nivel del suelo, con el nivel de la tierra funcionando como espacio de comunicación entre el exterior y el interior, con acceso a las comunicaciones verticales. La cubierta se planteaba como uno de los espacios de mayor vitalidad al albergar un módulo de atletismo de 300m,  gimnasio cubierto, enfermería, guardería… La primera unidad que se construyó fue la Cité Radieuse (1945), y le siguieron Nantes-Rezé (1952), Berlín (1956), Briey-en-Forêt (1957) y  Firminy (1960).

Unidad Habitacional

Referencias:

*Ramón Araujo. Cadenas de Montaje. Arquitectura Viva Nº 156